miércoles, 28 de enero de 2009

¿Integración, indiferencia o culpa?

(No se publicaran fotos)
Habían pasado diez años desde mi primer viaje a Estados Unidos. A decir verdad ambos viajes fueron por motivos y a lugares diferentes dentro del país del Norte. El primero fue en el año 1999 cuando los argentinos gozábamos de la convertibilidad cambiaría que emparejaba ambas monedas. La razón por la cual visité ese país fue educativa, aunque también recreativa. La visita en este año solo tuvo motivos recreativos.
Para aquellos entonces me recibió un país que se encontraba gozando del “sueño americano”. País en abierta batalla social y judicial en contra del tabaco. Situación extraña cuando no pueden controlar o eliminar la droga, que por cierto presenta más toxicidad. Había abundancia económica.
Comparada la actualidad, debemos ser honestos en decir que le ganaron la batalla al tabaco y que es una sociedad libre de humo, por lo menos en los espacios públicos, pero con la sociedad más decadente porque la droga que ha aumentado y otros problemas han comenzado a salir a luz . El sueño americano tampoco es el mismo. Fui testigo de la desocupación, fundamentalmente de extranjeros y de los controles estrictos para que no ingresen, ni se radiquen extranjeros, pero no vi indigencia en las calles por los lugares que he recorrido.
Con el transcurso de tiempo también verifique otro flagelo que no era tan evidente en 1999: la obesidad mórbida en la población. Esto tiene que ver con el motivo de mi nota. Estados Unidos es un territorio muy grande, todo queda lejos, por lo tanto quién no tiene un vehículo perece en el intento. Los medios de transportes públicos son dignos de ser utilizados por las personas. En ellos nos trasportábamos diariamente para hacer nuestros paseos. Por lo tanto mi nota se relaciona con ellos y con su uso por personas con capacidades móviles reducidas. Cabe acotar que los vehículos públicos, los lugares públicos, las calles están totalmente diseñadas para que personas con capacidad diferente puedan transitar y desplazarse sin ningún inconveniente y gozar de los mismos espectáculos o lugares como cualquier otra persona. Significativo fue ser testigo, en más de una ocasión, como un chofer de un vehículo público cerraba la puerta del transporte para evitar que subieran pasajeros, abrir la puerta del medio, jalar el mecanismo automatizado de rampas para que subieran en primer lugar las personas con capacidad diferente, ya sea en sillas de rueda o carros movidos por electricidad. El chofer invirtió el tiempo necesario para todo este proceso. Luego aseguraba los transportes de estos pasajeros y una vez acomodado en su butaca de chofer, recién abría la puerta para que subieran los restantes pasajeros. Mientras todo este proceso se llevaba a cabo, los pasajeros (entre los cuales estábamos incluidos) esperábamos pacientemente con temperaturas bajo cero, sin que nadie se impacientara. Estas prioridades se repetían si estas personas querían acceder a algún juego (nuestro viaje fue a Disney, Orlando), entrar en un restaurante o baño público. Indudablemente que este respeto e integración ennoblece a la sociedad norteamericana, por el solo hecho de cumplir con lo que le corresponde. No pude evitar reflexionar sobre esto y evitar comparar con lo que pasa en nuestra sociedad, fue casi imposible, pero no viene al caso explicarlo. El núcleo en cuestión era ver que capacidad diferente estaba protegida y beneficiada por este trato igualitario. Por cierto que no vi muchas. La gran mayoría de la capacidad diferente de personas con las que me he cruzado eran aquellas que tenían impedimento para deambular por sus propios medios como consecuencia de su gordura mórbida. Extrapolo que otras capacidades diferentes tendrán ese grado de integración, pero no he sido testigo. Hemos llegado al punto clave de la nota y lo que más me impacto, la gordura extrema de personas adultas y niños. La razón de tal situación: la mala alimentación y la cantidad de ingesta, agregado la falta de ejercicio. En más de un caso, las dos personas que realizamos el viaje, no pudimos terminar una comida típica compartida.
Note ausencia del estado en todos sus niveles frente a este tema. Cuando fue la campaña contra el tabaquismo, carteles y medios audiovisuales por todos lados, concientizando sobre los peligros del tabaco, pero no vi la misma respuesta ante este problema, por el contrario silencio absoluto. Por lo tanto ¿es tal la integración? ¿o es más bien ofrecer paliativos materiales para sobrellevar la situación?. Finalmente creo, a partir del interrogante planteado en el título de esta nota, que lo que reina en la sociedad norteamericana y en la ausencia del estado sobre el tema es la indiferencia y la falta de conciencia de que en un plazo no muy largo, la mayoría de la sociedad norteamericana será enferma y trasmitirán la enfermedad. Entonces, desgraciadamente el norte y el sur se unirán, unos por generar sociedades hambrientas y desnutridas y los otros por generar sociedades mal nutridas donde el índice de mortalidad va a subir, y en el fondo de la cuestión, el estado ausente.