martes, 30 de diciembre de 2008

EXPERIENCIAS DE INTERCULTURALIDAD

Las adicciones existen y creo que nadie se encuentra exceptuado y yo menos que nadie. Confieso mi adicción; viajar. Reconozco que la palabra me suena absolutamente fantástica y mágica. Cuando la opción surge me produce la sensación de sentirme igual que un niño cuando recibe su juguete soñado en reyes. No me considero un viajante del mundo, pero pude almacenar en mi cerebro y corazón todos los encuentros con diferentes seres humanos que he conocido en mis diferentes viajes. Quizás con algo más de madurez, tranquilidad y relax, pueda sentarme a escribir las crónicas de los viajes. En eso admiro a mi amiga Patricia que tiene una “pasta “inaudita para describir con lucida certeza todas sus emociones acumuladas en sus viajes. La riqueza de estos encuentros hoy me ha sorprendido con otra fuente: la navegación cibernauta. Este es otro espacio, otra dimensión, no real pero tan real como la experimentada al transitar por calles no conocidas. Me enriquece el poder intercambiar vida con otros seres humanos que se encuentran en otras partes del planeta.
Es cierto, no hay materialidad, pero para experimentar esas sensaciones (conocer como viven, como piensan culturas diferentes a la mía), ¿es necesario la materialidad?
¿Como se ha producido esa interculturalidad? Se ha producido caminando por las calles extrañas, preguntando donde tomar un micro, leyéndoos sus carteles, viendo que hacían los ciudadanos, en suma compartir la vida cotidiana. Es la mejor manera de conocer un lugar
Ahora bien, eso mismos aprendizajes también los pude recabar en la red, por supuesto no tienen el condimento de la emoción del yo y el tú cara a cara (no me lo perdería por nada), pues la palabra escrita, las fotos también ayudan a ese conocimiento. Pues entonces ese “face at face” permiten apostar a la teoría de la interculturalidad, desarropada de entornos economicistas y solo presente en la fusión de formas humanas diferentes. ¿Y saben lo mejor?, que es gratis. Ver como viven, quienes son los otros, aquellos que no están a la vuelta de casa y que piensan, que hablan lenguajes diferentes, es fascinante, pero en el fondo la esencia humana es igual sea la raza que sea, la cultura que lo represente, sean países pobres o ricos. Pues entonces ¿porque no aceptar la interculturalidad sin exclusión?

¿ESTAS CARACTERÍSTICAS IDENTIFICAN AL SER ARGENTINO?

Entre tantas cosas que llegan a los correos y circulan por la red, rescate este ppt, que a continuación adjunto, para pensar si nos identifica o no. Por cierto, que yo particularmente no me identifico, pero es lo cotidiano, o como piensan muchos de mis conciudadanos. La pregunta deviene obligada: ¿el mundo nos ve así?
Así Somos Los Argentinos
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LA IDENTIDAD EMPIEZA POR UNO

Los argentinos todavía no cicatrizamos heridas de los tiempos difíciles, pero creo que tampoco sabemos en el fondo quienes somos. Siempre miramos hacia fuera buscando la solución mágica de la imitación y aún somos los “indios de la época de la conquista “en donde intercambiamos voluntariamente o no espejitos de colores por las riquezas de la tierra sudamericana. Las famosas frases “crisol de razas”, “nos arrasaron nuestra cultura” y otras nos llevan aún en la actualidad a debernos el debate social de “quienes somos”, ““como nos identificamos” “que queremos como sociedad y como país”. En conclusión el tiempo pasa y aún seguimos en el “ni”. Estos cuestionamientos me los he realizados como sujeto individual y sujeto social. Pero no me gusto quedarme con la incógnita o no llegar a una respuesta. Mi búsqueda comenzó con la identificación familiar. Fui a bucear en los laberintos ancestrales de la familia. ¿Quiénes éramos? ¿De donde habíamos salidos? Éramos: ¿Extranjeros o sudamericanos? Creo que aquí estaba la clave para esclarecer la cuestión.
Acá va el resultado de la búsqueda:
Noriega Su Historia De Familia
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Empezar a entender algunas cosas, cuestionar otras, definir si se podía. Indudablemente cuando estuve en Europa, me sentí “mejor que en casa”. Los dos países con los que más me identificaba eran Francia y España. Primer asombro: muy diferentes los dos países, muy diferentes las dos sociedades. Una la viví, la otra la conozco por las percepciones de los demás (familiares residentes, amigos viajantes), pero creo que serían las mismas vivencias reales. (Prometo ir a España, asignatura pendiente). París me deslumbró, creo que la adoptaría como ciudad, me eclipsó, su entorno su prestancia su cultura, su gente, sus monumentos y fundamentalmente Versalles., tal como he comentado en otro posteo. España, es la asignatura pendiente, es la cuna de sangre y de linaje. Da nostalgia, poder caminar por las callecitas del pueblo de la familia, poder conocer su arquitectura, la casa familiar. Tener contacto con todos esos seres humanos familiares directos o indirectos conocidos o desconocidos, van a brindar otra experiencia con respecto a la identidad.
También la identificación o no con el lugar en que se vive también ayuda o no a la identidad, individual. A mi gusta el lugar en donde vivo, e identifico con él y su gente. A veces con vecinos famosos (la última incorporación al barrio) y otros solo buenos vecinos. Esto también ayuda a la integración y a la identidad. Pero en fin, lo mió todavía es un dilema sin resolver.