lunes, 22 de febrero de 2010

UN CUENTO NO TAN CUENTO, RELATOS CIUDADANOS: y.... otra vez llovió!!

El cielo de a poco se fue poniendo muy negro, las nubes avanzaban a paso acelerado. Era alrededor de las 3.15 pm y era inevitable, tal como sentenciaba algún poeta, que los ángeles tristes comenzaran a llorar en el cielo bendiciendo a la tierra con lluvia y que lluvia!!!. Era viernes ( 19 de febrero de 2010).
Desde la ventana de mi oficina (segundo piso en el cruce de Lomas de Zamora), el panorama que ofrecía el cielo con sus nubes negras amenzantes no aguraba a esperar que los pobres trabajadores pudieramos terminar nuestra jornada laboral y pudieramos regresar en paz a nuestros hogares. El horario de trabajo finalizaba a las 4.00 pm y por cierto empezó a llover mucho antes.
En menos de dos horas sobre la región llovió 80 milimetros, cantidad suficente para terminar ahogado.
Ahora bien, no todos los trabajadores fuimos bendecidos de la misma manera. Pues quienes tenían vehiculos fueron bendecidos a retirarse antes en prevención a que la tormenta pudiera traer granizo y las lógicas consecuencias del mismo en caso de caer sobre los objetos automotores. Por lógica quienes nos trasldamos en los maravillosos vehiculos de transportes públicos, tuvimos que esperar a completar la jornada laboral, a pesar que podríamos también sufrir perjuicios, pero por cierto que los perjuicios que podríamos sufrir no eran comparables.
Así fue terminada la jornada y en medio de una copiosa lluvia, que ni dejaba respirar, nos fuimos. Desde la salida del lugar de trabajo hasta la parada de colectivo, ya estamos todos empapados.
No era cuestión de esperar, era cuestión de poder subir al primer colectivo que pudiera pasar por allí y que nos rescatara del lugar, que ya se encontraba inundado, a menos de media hora de lluvia intensa.
El afortunado chofer que nos traslado, era de la línea 543, que realiza el recorrido por los barrios de la Salada en Lomas de Zamora y cruza el arroyo del rey por Camino Negro y Laprida.
A pocas cuadras de salir del lugar y hacia el Barrio de la Salada, era todo inundación, con botellas y bolsas flotando que se desplazaban por el oleaje. El agua llegaba a la puerta del colectivo. Se le sugerio regresar al chofer, pues el panorama era cada vez peor. La lluvia se entretenía en golpear fuertemente sobre las ventanas emitiendo diferentes sonidos.
Volvimos sobre el camino andado ( no tenía tanta agua la ruta, era más transitable) y llegamos a Camino Negro y Laprida de la localidad de Lomas de Zamora. El panorama era devastador. El arroyo del rey había desbordado, y era agua por donde se mirara, sin poder distinguir, calles o veredas. El arroyo mostraba su peligrosidad, fuertes correntadas, amén de la contaminación. Tuvimos que bajar del micro, cruzar a pie con el agua por encima de la rodilla y nuestros cuerpos sufrir en vivo y en directo la contaminación, pues nuestra piel y ropa entraron en contacto con la contaminación del arroyo.
Del otro lado había otro micro de la misma línea que siguió el recorrido hasta la estación de Lomas de Zamora. Intentó seguir avanzando por el recorrido habitual, sin éxito, todo era agua. Así fue que el recorrido se tuvo que variar y tomar otra calle, altamente transitada pero menos inundada (José Eusebio Colombres). Ya el tiempo de recorrido había sufrido demoras inesperadas, y la lluvia no aminoraba. A paso de hombre logró llegar al centro de Lomas de Zamora. El panorama no era mejor que el anterior. Atascamiento vehicular e inundación, fue acto de heroícos cruzar la calle Hipolito Irigoyen y José Ignacio Gorriti.. El viaje llevaba casi una hora desde el punto de origen.
Por supuesto no pudo llegar a la estación, también estaba inundada. Así que no quedaba otra que bajar una cuadra antes, seguir mojándonos ( no menguaba la lluvia) y rogar que el tren funcionara para poder asegurarme llegar a mi domicilio, pues aún estaba lejos de él.
Llegamos a la estación y nos pusimos felices funcionaban aún los trenes eléctricos. La ilusión solo duró el tiempo necesario para que un empleado informara por el altavoz que se suspendía los servicios eléctricos y los trenes quedarán detenidos en los andenes a mejor suerte.
Por supuesto a ningún cráneo dirigente del ferrocarril ex Roca o Metropolitano se le ocurrió que se podía alterar el recorrido de los trenes Dissel y permitir que se detuvieran en todas las estaciones por lo menos hasta Temperley y así permitir una mejor circulación de los pasajeros. No teniendo esta alternativa, todos los pasajeros, tal como horda humana, en forma poco prolija y a los empujones (muy característico de los argentinos), se fueron abriendo paso hacia las paradas de los colectivos 160, 79, 74 entre otros, pero mayoritariamente estos. Los más aptos fisicamente llegaron primeros a las colas, que en poco tiempo eran sin saber donde terminaban. A nadie le importaba, si había niños mojándose, personas mayores o mujeres embarazadas. Todos pujaban por un lugar para subir. Y seguía lloviendo y mucho. Los poco micros que llegaban eran abordados por estas hordas humanas, que golpeaban a los micros si los choferes no los dejaban subir porque la capacidad estaba colmada.
En alguno de todos ellos me subieron, la verdad no se cual, solo sabía que iba hacia la región de mi domicilio. A esta altura ya llevaba dos horas de viaje.. Seguía lloviendo.
El micro recargado de pasajeros, (muchos más de los que podía albergar por diseño, es decir sobrepeso absoluto con las implicancias que ello conlleva), pudo arrancar a paso de hombre y transitar por la Avenida Alsina. El viaje se sobrellevo hasta cuatro cuadras antes de Avenida Pasco (Tte Gral Perón) y Avenida Alsina.
El agua de la calle se regodeba de punta a punta, haciendo flotar los autos, que tenían agua hasta las ventanillas. Y seguía lloviendo. El micro recargado de personas no puedo pasar y tuvo que retroceder y volver sobre el camino andado.
En ese camino descubrimos los pocos pasos que hay para cruzar las vías, ya seán barreras o bajos nivel. En resumidas cuentas, por las vías era imposible cruzar por el atascamiento de autos, que ya no respetaban las manos de las barrera y tampoco se podía cruzar por los bajos nivel pues estaban inundados. En conclusión hubo que llegar hasta Lanús para cruzar hacia el otro lado y poder realizar el viaje por Hipolito Yrigoyen. El tiempo seguía trancurriendo, la lluvia firme, y los atascamientos aumentaban.
Algo positivo de toda la aventura, a pesar de llegar a mi casa cerca de las 8.00 pm, cuando mi horario de trabajo había finalizado a las cuatro y en días normales son veinte minutos de viaje, pude descender en la esquina de mi domicilio, pues era una de las pocas cuadras que no estaba inundada.
Era bueno volver a casa y sentir la tranquilidad del hogar frente a tanto caos vivido.
Mientras recuperaba fuerza, quitaba mis ropas mojadas pensaba, cuantas veces volvera a suceder lo mismo. Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Conurbano son ciudades creadas hace más de cien años, las cuales fueron diseñadas y cuentan con servicios para el 30 % de la población actual teniendo en cuenta el total de población existente al momento en que se realizaron las obras públicas, sumados al cambio climático que es un hecho, entonces ¿como no terminar ahogados? Quizas los políticos encargados de revertir estas situaciones fueron al cine y vieron la pelicula el día después del mañana y esperan un efecto similar, de lo contrario ¿por qué no hay cambios?