sábado, 28 de marzo de 2009

EN EL SIGLO XXI AÚN SE NECESITAN QUIJOTES QUE LUCHEN CONTRA MOLINOS DE VIENTO


En estos días el clásico escritor Cervantes ha estado en la boca de diferentes locutores de radio y televisión en el mundo globalizado para explicar sobre los nuevos estudios practicados a sus escritos, específicamente a su obra maestra "EL quijote". Más allá de todas las significaciones que se le puedan dar a la obra, me voy a detener en su figura central, el quijote.
En nuestra vida cotidiana, en nuestros trabajos nos encontramos frente a situaciones de injusticia.La codicia, la ambición desmedida, sumada a la utilización indebida del poder han llevado a crear situaciones de injusticia y a enfrentar a poderosos y débiles, en todos los tiempos. Estos hechos pueden habernos ocurrido a nosotros mismos o ser testigos de ellos. Pues entonces allí se presenta el dualismo de que hacer. ¿Nos transformamos en los quijotes que luchan contra los molinos de viento? o ¿damos el paso al costado, nos subyugamos o nos inmunizamos con la indiferencia, esperando que no nos toque o aceptando la injusticia, bajando los brazos para terminar aceptando la situación ?. La respuesta es difícil.Muchos sentimientos, sensaciones, miedos se agolpan para poder tomar la decisión. Lo cierto es que la vida a medias tintas no puede vivir . Cuando se violan los derechos o se avasallan a las personas no se puede ser tibio, sea con uno mismo o con el prójimo. Así deben haber pensado Gandhi o Luther King, aunque la irracionalidad fue mayor y terminó con sus vidas. Los costos de esas luchas son muy altos, y en esta sociedad, aún llena de intolerancia se sigue padeciendo a diario. Pensar diferente o levantar la voz para denunciar a la injusticia y querer transparencia, equidad y respeto a los derechos, suele ser un precio muy alto a pagar.
Todo vale para hacer acallar a quien levanta esa voz. Vale utilizar la palabra "verdad", para que desde la sombra personas cobardes, amparadas en el anónimato, injurien, calumnien y difamen a quienes levantan su voz contra la injusticia. En la sociedad de la información que circula por Internet todo es posible hacer llegar. Pero la sociedad de conocimiento, no es la sociedad de la información. Por ello la nueva revolución que tenemos en puerta, que nos va a cambiar la vida, para bien o para mal, es el capital que cada uno pueda acumular en su cabeza con conocimiento y ser generador de innovación. Esto le otorga un valor agregado, el prestigio que le es innato a cada ser humano y que no puede ser opacado por difamaciones anónimas que surgen desde las sombras. Por ello aún es necesario que en la sociedad, en la vida cotidiana, en los trabajos sigan existiendo quijotes que luchen contra los molinos de viento.Defender los derechos, propios y ajenos, cumplirlos y velar por la justicia, es un compromiso con la vida, y pobres pequeñas almas, que enquistadas en el veneno del poder mal entendido utilizan "la verdad", cuando propagan mentiras.
Por ello "el Quijote" sigue vigente en esta sociedad,aún se puede hacer algo aunque los molinos de vientos sean muy fuertes y se crea que se está solo. En algún momento dejará de estarlo.Y cuando los cobardes salen de la oscuridad,para blasfemar, tal como Cervantes lo ha plasmado " ladrán Sancho, señal que cabalgamos".

martes, 24 de marzo de 2009

Un aniversario más: el 24 de Marzo ¿Algo cambiará?


Un aniversario más, pero aún las heridas no cierran. El 24 de Marzo se instituyó como el día de la memoria. Sin embargo como sociedad, como personas, aún seguimos teniendo nuestra memoria fragmentada. Los odios, los resentimientos, los bandos en los que aparecen los discursos de buenos y malos, siguen presentes Es un gran deseo que nuestra historia deje de ser relatada con ojos tuertos, de héroes y tumbas, para tomar conciencia de lo que realmente ha pasado y que sea “el nunca más”. El nunca más, de los gobiernos militares, el nunca más de muertes absurdas en manos de subversivos, el nunca más de una AMIA, el nunca más en la replica de muerte por la voladura de la embajada de Israel, el nunca más de las muertes diarias por la inseguridad y el aumento de la delincuencia, el nunca más por las muertes producidas por la falta de conciencia de quienes conducen en vehículos por calles y carreteras. En resumidas cuentas, contar con instituciones transparentes, que tengan seguridad jurídica y que cumplan con su razón de ser: el bien común. ¿Es aún posible pensar en tener ese resultado?

sábado, 21 de marzo de 2009

RELATOS DE CASTILLOS Y CUENTOS DE ALCOBA III El Castillo de Chambord


A principios del siglo XI, el rey Carlos VI sufre de crisis de locura. Debido a las amenazas que se le presentan a su hijo, el Delfín, futuro rey Carlos VII, éste decide abandonar París. Se refugia en Bourges con algunos de sus fieles servidores, por lo que recibirá al principio el sobrenombre de «pequeño rey de Bourges». El 21 de mayo 1420, las crisis de locura de Carlos VI continúan, firma el tratado de Troyes, estipulando que la corona de Francia será cedida al hijo del rey de Inglaterra Enrique V, privando así del derecho a la corona al Delfín. Como el ejercito francés estaba desorganizado, los ingleses declaran el estado de sitio en Orleans, y continúan hasta Bourges para capturar al Delfín. Este se refugia en Chinon, en Touraine.
Es en este castillo que Juana de Arco aparece, convence al Delfín de proclamarse rey de Francia, de liberar Orleans y Francia de los ingleses. Después de la victoria francesa en la batalla de Patay, el Delfín es coronado rey de Francia con el nombre de Carlos VII. El recupera la mayoría de los territorios controlados por los ingleses, incluyendo París y gracias a todas las victorias sucesivas, la guerra de 100 años llega a su fin.
A partir de ese entonces, los reyes contribuyen a un movimiento artístico renovador, transformando el valle del Loira en una inmensa obra donde realiza una nueva estética: en Amboise, en Blois y en Chambord. A lo largo de ese siglo, muchos castillos y palacetes fueron construidos en esta región, lo que la convierte en la región con la mayor cantidad de castillos de todos los estilos renacentistas y góticos. Carlos VII, se instala entonces en París. Pero en 1519, Francisco I continúa este renacimiento francés construyendo el majestuoso castillo de Chambord.
Con su historia prestigiosa, la región es famosa por sus magníficos castillos donde nació el arte de vivir durante el Renacimiento.
Se trata del castillo de Chambord de la Región de los Países del Loira.
Fue construido para servir sólo como un pabellón de caza para el Rey Francisco I, quien mantuvo sus residencias reales en el Castillo de Blois y en el Castillo de Amboise.
El diseño original del Castillo de Chambord fue hecho por Domenico da Cortona, pero fue cambiado durante los veinte años de su construcción (1519-1539).
Aunque se cree que Leonardo da Vinci estuvo implicado en el diseño original siendo invitado por el rey Francisco I , vivió y trabajo en Clos Lucé cerca de Amboise
Los condes de Blois habían construido un pequeño castillo en este rincón perdido del bosque de Sologne. El joven Francisco 1ero desde joven que era aficionado a la caza y al que le gustaba venir a cazar aquí, ordena en 1518 destruir este edificio antiguo para remplazarlo por un suntuoso edificio, tal vez inicialmente dibujado por Leonardo da Vinci. En 1545 esta residencia real se termina, pero Francisco 1ero no puede disfrutarlo pues muere 2 años más tarde. Enrique II continúa entonces la obra de su padre y el castillo queda finalmente inconcluso a su muerte en 1559.
Entre pantanos y un gran bosque de robles, se encuentra este castillo real, el más grande y el más extravagante de los castillos del Loira. Maravilla del Renacimiento, cuenta con 440 piezas, 365 chimeneas, 13 escaleras principales y 70 segundarias.
Las buhardillas del torreón están adornadas con motivos geométricos de pizarra blaqueada.
A la parte central se la llama " donjon" torreón, no porque tenga una carácter militar con un sistema defensivo, sino porque las cuatro grandes torres redondas en las esquinas le confieren un aspecto macizo, una apariencia medieval al igual que la muralla que le rodea.
A través de ella se transmite una imagen de la caballería a la cual Franciso I, el rey caballero estaba muy pegado
La fachada muestra claramente una galería a la izquierda, ventanas a la derecha, disposición que según los planos de 1519, debía repetirse de cada lado del torreón, lo que le habría dado la apariencia de una esvástica, cruz gamada con los brazos doblados en ángulo recto, como lo mostraron las excavaciones que se realizaron en los cimientos en 1994-1995. Pero en el año 1526, se decide construir a la derecha apartamentos reales que se encontrarán unidos al torreón a través de una ala.
Un hermoso conjunto de unidad arquitectónica, la rica decoración, y en fin estas tres maravillas a contemplar: las terrazas de la Torre, las salas en cruz y la gran escalera.
Uno de los toques de luz arquitectónicos muy famosos entre con el gran público, es la hélice doble de la espectacular escalera abierta donde la gente puede ascender y descender al mismo tiempo sin toparse con la otra persona.
Nos despedimos del lugar con una mágica imagen del castillo iluminado y sus cúpulas desafiante a los cielos. Este castillo me preparo para lo mejor: el castillo de Versalles.

domingo, 8 de marzo de 2009

Música para compartir

free music

RELATOS DE CASTILLOS Y CUENTOS DE ALCOBA II . El Castillo de Cheverny



El Castillo de Cheverny (fr. Château de Cheverny), hoy uno de los castillos más famosos de los condados del Loira pertenece a los descendientes de la familia Hurault, conocida en Blois desde el siglo XIII. Esta familia de financieros y oficiales, se ilustró al servicio de cinco reyes de Francia desde Jacques General de Finanzas de Luis XII, hasta Philippe Canciller de Enrique III y después de Enrique IV y su hijo Henry y la condesa Marquerite se mandan a construir hacia 1620, un nuevo castillo inspirado en la obra de los mejores artistas de la época. El arquitecto Boyer de Blois y el pintor decorador de Cheverny, Jean Monier, trabajaron para la Reina de Médicis en el Castillo de Blois y en el Palacio de Luxemburgo en París. A la vanguardia de su época, con Cheverny se inventa la arquitectura a la francesa en la mitad del siglo XVII.
El comedor fue parte acondicionado en el siglo XIX para las grandes cenas y recepciones de gala. Está inspirado en los decorados del siglo XVII, con sus techos muros tapizados de cuero de Córdoba con el escudo de armas de los Hurault: una cruz azul y soles rojos; la chimenea monumental de piedra, dorada con oro fino coronada con un busto del Rey Enrique IV.

En los muros, colocados en el revestimiento de madera, hay paneles originales, pintados por Jean Monier, que ilustran la novela española Don Quijote de Cervantes muy de moda en el siglo XVII. El pintor Jean Monier, muy joven, llamó la atención de la Reina María de Médicis. Estudia ocho años en Italia antes de trabajar en París para la soberana, y en 1640 inicia la decoración de Cheverny.
El inmobiliario de roble esculpido fue especialmente encargado en el siglo XIX para el comedor. Se puede mover las sillas gracias a las ruedecillas de hueso de las patas delanteras. El imponente aparador de roble macizo, con el escudo de armas de la familia, es la obra maestra de un solo artesano de Blois. La mesa con sus prolongaciones puede acoger a treinta comensales.
La escalera de subida recta con rellano a la mitad llamada rampa sobre rampa recuerda la influencia del Renacimiento italiano en el valle del Loira. El elegante decorado está esculpido en toba blanca, la piedra de Bourré del Cher, cerca de Montrichard. Sus motivos están de moda bajo Luis XIII de Francia: las balaustradas, guirnaldas, emblemas guerreros adornados, con el sol de los Hurault, y artes: geografía, arquitectura, música, poesía, pintura y escultura. En el rellano, de la inmensa cornamenta, antepasado prehistórico del alce, fue sin duda colocada allí en el siglo XIX por Paul, Marqués de Vibraye, científico y gran coleccionista
Su reacondicionamiento y su decoración son Obra de Vizconde y de la Vizcondesa de Sigalas, padres del actual Márquez de Vibraye. Habitados hasta 1985, están abiertos a las visitas desde la fecha. El precioso mobiliario es uno de los testimonios del arte de vivir a la francesa.
La cámara Amarilla llamada la cámara de los nacimientos permitirá a las jóvenes madres recibir y presentar sus a sus recién nacidos a la familia. Le siguen una pequeña salita roja, y un cuarto de Señorita, la cámara Azul, el comedor Familiar, y el pequeño Salón.
Es la más grande del Castillo, ha conservado sus dimensiones y decoración original pintado en el siglo XVII por Jean Moiner, el techo a la francesa, tiene vigas y viguetas aparentes. En los muros y lemas adivinanzas y juegos de palabras en latín, muy de moda en aquella época. Sobre la chimenea de madera esculpida y de corada, los dioses Mercurio y Venus enmarcan la historia de amores de Adonis. Entre las Obras se ilustran en esta sala un episodio de la célebre tradición griega que relata Homero en la Ilíada y la Odisea, el rapto a Helena, esposa del Rey de la Esparta, Menelao, por el príncipe de Troya, hecho que desencadenó la Guerra de Troya.
La sala de Armas es lo más llamativo de este castillo. En esta sala se presenta una colección de armas de los siglos XV y XVI (pesadas espadas para dos manos, armaduras y alabardas) y del siglo XVII (espadas, ballestas, arcabuces, y pistolas)
Un bosque de cien hectáreas rodea el castillo con un jardín reconstituido a la francesa. La alameda principal, frente al castillo es un largo camino de seis kilómetros, habiendo cerca de 2.000 árboles que rodean la propiedad.
El día iba concluyendo y el cielo se teñía de nuevos colores. Los sonidos, los olores también se iban modificando, pero no el bullicio de los visitantes, pero aún nos faltaba algo más fantástico para recorrer, el castillo de Chambord. Nuevamente nuestro carruaje de acero estuvo presto para llevarnos al lugar en poco tiempo

viernes, 6 de marzo de 2009

Pasado y presente de la esencia humana

DÉJAME DORMIR, MAMÁ
Fray Junípero

Hijo mío, por favor,
de tu blando lecho salta.
Déjame dormir, mamá,
que no hace ninguna falta.

Hijo mío, por favor,
levántate y desayuna.
Déjame dormir, mamá,
que no hace falta ninguna.

Hijo mío, por favor,
que traigo el café con leche.
Mamá, deja que en las sábanas
un rato más aproveche.


Hijo mío, por favor,
que España entera se afana.
¡Que no! ¡Que no me levanto
porque no me da la gana!

Hijo mío, por favor,
que el sol está ya en lo alto.
Déjame dormir, mamá,
no pasa nada si falto.

Hijo mío, por favor,
que es la hora del almuerzo.
Déjame, que levantarme
me supone mucho esfuerzo.

Hijo mío, por favor,
van a llamarte haragán.
Déjame, mamá, que nunca
me ha importado el qué dirán.

Hijo mío, por favor,
¿y si tu jefe se enfada?
Que no, mamá, déjame,
que no me va pasar nada.

Hijo mío, por favor,
que ya has dormido en exceso.
Déjame, mamá, que soy
diputado del Congreso
y si falto a las sesiones
ni se advierte ni se nota.
Solamente necesito
acudir cuando se vota,
que los diputados somos
ovejitas de un rebaño
para votar lo que digan
y dormir en el escaño.
En serio, mamita mía,
yo no sé por qué te inquietas
si por ser culiparlante
cobro mi sueldo y mis dietas.
Lo único que preciso,
de verdad, mamá, no insistas,
es conseguir otra vez
que me pongan en las listas.
Hacer la pelota al líder,
ser sumiso, ser amable
Y aplaudirle, por supuesto,
cuando en la tribuna hable.
Y es que ser parlamentario
fatiga mucho y amuerma.
Por eso estoy tan molido.
¡Déjame, mamá, que duerma!

Bueno, te dejo, hijo mío.
Perdóname, lo lamento.
¡Yo no sabía el estrés
que produce el Parlamento!
DÉJAME DORMIR, MAMÁ.
(Escrito antes de 1800....
como si fuera hoy y en Argentina).

jueves, 5 de marzo de 2009

Sufrir Crisis

Crisis es una palabra de moda en los tiempos modernos. Crisis de identidad, crisis de adolescentes, de adultos, de niños, etc. Parece ser que las personas no pueden vivir de otra manera que no sea teniendo " crisis". Ahora bien, la palabra de moda también llego al mundo globalizado y hoy las economías globalizadas entraron en "crisis". Vorágine de horror por las cotizaciones en la bolsa que bajan, perdidas, que nunca se van a poder materializar en algo concreto, solo números que corren a la velocidad de la luz mediante un ordenador y su instrumento internet.Como efecto dominó, el mundo entró en "crisis". Parece ser que peor que lo que ocurrió en la década del veinte en Estados Unidos. Los medios de comunicación ayudan a propagar el pavor. Por supuesto hay quienes ni se enteran de esta realidad porque toda su vida fue estar en "crisis", la crisis de no poder tener un pan para comer o un remedio para curarse. Indudablemente a ellos no le podemos hablar de crisis, es muy probable, que con su piel ajada y sus ojos tristes, nos esbozaran una sonrisa.Pero sigue siendo fuerte la pregunta ¿el mundo está en crisis económica? ¿o algunos países "crearon" una crisis para ganar aún más?. Hay quienes piensan eso y acá dejo el reflejo de ese pensamiento

domingo, 1 de marzo de 2009

RELATOS DE CASTILLOS Y CUENTOS DE ALCOBA I Chenonceaux.



Difícil describir en palabras la majestuosidad del río Loira y de los castillos ubicados en el valle al que dio nombre. Visitar este mágico valle, Patrimonio Mundial de la UNESCO, es una oportunidad única para convertir un viaje soñado en uno inimaginado.
Más de cien castillos de las épocas medieval y renacentista, construidos a pedido de señores feudales, reyes y nobles, están dispuestos en los alrededores del valle. Posesión de monarcas, nobles y aristócratas hasta el siglo XVII, pasaron a ser casas de reposo de la alta sociedad francesa tras el establecimiento del gobierno en París. Hoy, la mayoría de ellos puede ser visitada.
Una colección de obras maestras arquitectónicas del Renacimiento, el recuerdo de episodios épicos o románticos de la historia de Francia y de los paisajes bucólicos - entre estanques o bosques - hacen el Valle del Loira un destino importante, capital.

Observando que los seis departamentos de la región Centro - Valle del Loira tomaron el nombre de uno o dos ríos afluentes del Loira, se comprende aquí el papel del agua. Indisociable de los castillos de estilo renacentista, el Loira pasa fingiendo indolencia. Amplio y caótico, sembrado de islas arenosas, el río se revela solamente navegable con barcas con fondo plano.
A medida que nos íbamos acercando, los jardines ofrecían una fiesta de color y olores
Laberintos de césped, estatuas, glorietas nos permitían jugar a las escondidas y volver a ser niños.
Y allí se elevaba imponente, entre flores y el río que era su cuna
Este es nuestro viaje por la historia del día de hoy.
Castillo de Chenonceau (en idioma francés, château de Chenonceau), también conocido como el castillo de las mujeres) es un castillo de estilo residencial del siglo XVI situado en la comuna francesa de Chenonceaux, en el departamento de Indre-et-Loire, y que forma parte de la serie de castillos comúnmente conocidos como castillos del Loira.
Por otra parte, se trata del Monumento Histórico en manos privadas más visitado de toda Francia, e incluye varios jardines, un parque y una plantación vitivinícola.
El castillo de Chenonceau, visto desde los jardines de María de Médicis.
El castillo, que sustituyó a otro anterior, no sólo posee importancia en tanto que obra de arte, sino que además ha gozado de una activa presencia en la Historia de Francia.
La primera cita de la existencia del lugar de Chenonceaux corresponde al siglo XI, documentándose en los siglos XIII a XV la presencia de una residencia feudal, cuya propiedad pertenecía a la familia de los Marques. En 1411 una orden real obligó a los Marques a destruir su casa solariega con motivo de su participación en actividades contra el rey. Posteriormente, en 1432, Jean Marques ordenó la construcción de un castillo y un molino fortificado sobre los anteriores cimientos.
El castillo actual fue edificado en el cauce del río Cher, sobre los pilares de un molino fortificado y del anterior castillo fortificado que se había comprado a la familia de los Marques. Este último fue derribado, a excepción de la torre del homenaje del mismo (la Tour des Marques o torre de los Marques, que luego se adaptó al estilo renacentista) y del pozo adyacente. Fue construido por el secretario de la hacienda del rey Francisco I de Francia. El cuerpo residencial cuadrado que constituye el castillo original fue construido entre 1513 y 1521 por Thomas Bohier.[1] Puesto que Thomas estaba ocupado en asuntos bélicos, fue especialmente su esposa, Catherine Briçonnet, quien se encargó de dirigir los trabajos del castillo. Bohier era intendente de impuestos y más tarde fue Intendente General de Finanzas de Carlos VIII, Luis XII, y finalmente de Francisco I y su divisa era: S'il vient à point m'en souviendra.
Tras el fallecimiento de Thomas Bohier, tuvo lugar una auditoría financiera, que puso de relieve la existencia de malversaciones de fondos, lo que permitió que Francisco I impusiese una fuerte multa a sus descendientes, así como que recuperase el dominio feudal y el castillo que se incluía en el mismo (1535). El castillo acabaría siendo regalado por Enrique II a su célebre favorita Diana de Poitiers, duquesa de Valentinois. Diana de Poitiers encargó a Pacello da Mercoliano que acondicionase en la orilla derecha del río Cher el jardín que todavía hoy lleva su nombre; a la vez que encargaba a su arquitecto habitual, Philibert de l'Orme, la construcción de un puente que uniese el castillo de Bohier con la orilla derecha del río, con la finalidad de establecer allí nuevos jardines. No obstante, este puente ya formaba parte de los planes originales de Thomas Bohier. Diana de Poitiers logró que Francisco I de Francia se instalase en el lugar junto a toda la corte.
El castillo de Chenonceau visto desde los jardines de Diana de Poitiers.
Tras el fallecimiento de Enrique II, que resultó mortalmente herido (de forma accidental) durante un torneo celebrado en 1559 por el capitán de su guardia escocesa Gabriel I de Montgomery, Catalina de Médicis, que pasó a ser la regente del Reino de Francia, obligó a Diana de Poitiers, su rival en el corazón del difunto rey, a que restituyese a la corona el castillo de Chenonceau. A cambio de dicha cesión, entregó a Diana el castillo de Chaumont-sur-Loire, que se encuentra a pocos kilómetros del de Chenonceau.
En tanto que reina madre, tras los sucesivos accesos al trono de sus hijos, Francisco II, Carlos IX y Enrique III, Catalina de Médicis hizo edificar sobre el Puente de Diana la galería que se puede contemplar actualmente, acabando de este modo de conferir al castillo de Chenonceau el estilo que hoy se puede admirar.
Tras recibir el castillo la visita de Luis XIV el 14 de julio de 1650, se bautizó a una de las salas del castillo como Salón de Luis XIV.
La historia del castillo quedó marcada por las mujeres, tanto las que lo construyeron como las que en él residieron o fueron sus propietarias. Entre ellas destaca Luisa de Lorena-Vaudémont, la esposa del rey Enrique III de Francia cuya habitación, en el segundo piso del castillo, sigue manteniendo el duelo por su marido, asesinado en el año 1589. Una habitación está dedicada a las hijas y nueras de Catalina de Médicis, La chambre des cinq Reines (La habitación de las cinco reinas: María Estuardo, Margarita de Valois, Luisa de Lorena-Vaudémont, Isabel de Austria e Isabel de Valois).
Sin embargo, acabados los fastos correspondientes a las fiestas regias del Renacimiento, el castillo retornó a manos privadas, al albur de diversas herencias y compraventas.
Claude Dupin, un potente financiero de la época, adquirió el castillo en 1733 al duque de Borbón. Su segunda esposa, Louise Dupin, tuvo allí su salón de recepciones, en el que recibió por ejemplo a Voltaire, Fontenelle, Marivaux, Montesquieu, Buffon o Rousseau. Es precisamente a Louise Dupin a quien se atribuye la diferencia ortográfica entre el nombre de la localidad (Chenonceaux) y el del castillo (Chenonceau). Proprietaria del castillo en los tiempos de la Revolución francesa y muy apreciada por los habitantes de Chenonceaux, quiso hacer un gesto que diferenciase a la monarquía, de la que el castillo era un símbolo eminente, de la república. Habría así cambiado la ortografía de Chenonceaux suprimiendo la «x» final. Aunque ninguna fuente confirme estos extremos, lo cierto es que la ortografía Chenonceau es hoy en día la aceptada mayoritariamente para designar al castillo.
La construcción siguió en manos de la familia Dupin hasta 1864, cuando fue vendida a Marguerite Pelouze (Marguerite Wilson como nombre de soltera), hermana mayor del político Daniel Wilson. Marguerite adquirió el castillo y 136 hectáreas de terreno por el precio de 850.000 francos franceses, tras lo que emprendió la restauración del castillo, entre los años 1867 y 1878. La restauración se encargó a Félix Roguet, resultando una compleja y cara restauración. Como ejemplo, restituyó a su estado original la fachada de acceso que había sido modificada en tiempos de Catalina de Médicis, parte de las escaleras, chimeneas renacentistas y la puerta de la capilla, dotada de esculturas de muy buena calidad.
Alguno de los frescos interiores de las estancias del castillo son obra de su amante el pintor Charles Toché (Nantes 1851-París 1916), un hombre bello, mal pintor, pero provisto de erudición y buen gusto según Paul Morand, quien le conoció en Venecia en 1909; realizó exposiciones en el Petit Palais de París en 1887, decoró con sus frescos el Teatro de Nantes, al igual que —entre otros edificios parisinos— Le Chabanais, célebre burdel frcuentado por el entonces príncipe de Gales, el futuro Eduardo VII de Inglaterra.
En el verano de 1879 madame Pelouze recibió en su orquesta de cámara a un joven pianista, Claude Debussy, y en 1886 Toché organizó para Jules Grévy, presidente de la República entre 1879 y 1887, «una fiesta nocturna en el río Cher, con la reconstitución del Bucentaure rodeado de góndolas» — una alegoría del Cher en la que figura un gondolero (tapicería de Neuilly, finales del siglo XIX) se exhibe expuesta en el vestíbulo de la segunda planta del castillo.
Daniel Wilson (1840–1919), hermano de Marguerite Pelouze y diputado radical francés por el departamento de Indre-et-Loire en 1869 y 1871, y más tarde diputado por Loches (1876–1889), recibía en el castillo a la oposición republicana local; en octubre de 1881 se produjo en el castillo la recepción correspondiente a su matrimonio con Alice Grévy, hija del presidente Jules Grévy. Daniel Wilson fue el instigador del llamado escándalo de las condecoraciones, que salió a la luz el 7 de octubre de 1887.
En 1888, la propiedad fue embargada a petición de los acreedores de los propietarios, siendo adquirida por el Crédit Foncier de France.
El 5 de abril de 1913, por medio de una subasta judicial fue adjudicada al precio de 1.361.660 francos a Henri Menier (1853–1913), personaje de la alta burguesía industrial y propietario del Chocolate Menier, pero Henri falleció en septiembre, siendo sucedido por su hermano Gaston (1854-1934), quien lo ha transmitido a sus descendientes.
Durante la Primera Guerra Mundial, como sucedió con tantos otros castillos y palacios franceses, Gaston Menier instaló en el castillo de Cenonceau un hospital militar, en el que recibieron cuidados médicos un total de 2.254 soldados heridos en combate.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el edificio se encontraba justo en la misma línea de demarcación, con parte del castillo dentro de la Zona ocupada por los alemanes y otra parte en la llamada Zona libre controlada por el gobierno de la Francia de Vichy. En 1944 une bomba lanzada por un avión cayó en las inmediaciones de la capilla, destruyendo los vitrales originales, que en la posguerra fueron sustituidos por otros obra de Max Ingrand.
El castillo presenta una planta cuadrada, con un vestíbulo central al que se abren cuatro habitaciones, una por cada lado. En la planta baja hay una capilla, junto con la habitación de Diana de Poitiers y el gabinete de trabajo de Catalina de Médicis. Desde el final del vestíbulo se accede a la galería que se encuentra sobre el río Cher. La galería existente en la planta baja cuenta con un enlosado clásico en plan hipodámico, en forma de tablero de ajedrez en colores blanco y negro, siendo la parte del edificio que durante la Primera Guerra Mundial albergó un hospital militar. En la planta baja se encuentran igualmente la habitación de Francisco I y el salón Luis XIV.
Las cocinas se encuentran ubicadas en los pilares del molino anterior a la construcción del castillo. Se encuentran dotadas de un muelle de acceso directo a las mismas, lo que permitía la llegada de las mercancías a ellas destinadas en forma directa, sin tener que atravesar las dependencias nobles del castillo.
Las escaleras, rectas y en dos tramos, resultan accesibles a través de una puerta que se encuentra en medio del vestíbulo. Por medio de las mismas se accede al vestíbulo de Catherine Briçonnet (esposa de Thomas Bohier a cuya fortuna se debe la reconstrucción del palacio), en el primer piso. En dicha planta encontramos de nuevo otras cuatro habitaciones: la habitación de las Cinco Reinas, la habitación de Catalina de Médicis (situada justo encima de su gabinete decorado en verde), la habitación de César de Vendôme y la habitación de Gabrielle d'Estrées, la favorita de Enrique IV de Francia.
En el segundo piso del edificio, la habitación de Luisa de Lorena-Vaudémont sigue presentando el aspecto de luto por el fallecimiento de la esposa de Enrique III, destacando los colores negros dominantes del artesonado, las pinturas macabras que adornan las paredes, el reclinatorio encarado hacia la ventana y la diversa decoración de tipo religioso evocadora del duelo por Luisa de Lorena-Vaudémont.
El castillo de Chenonceau cuenta con dos jardines principales: el jardín de Diana de Poitiers y el jardín de Catalina de Médicis, situado cada uno de ellos a un lado de la Tour des Marques, único vestigio de la primitiva fortaleza desaparecida con la construcción del castillo actual.
La decoración floral de los jardines, que se renueva cada primavera y verano, requiere el aporte de 130.000 plantas, que se cultivan en el propio dominio de la finca, en el huerto.
Jardín de Diana de Poitiers
El jardín más conocido es el de Diana de Poitiers, al que se accede a través de la casa del Regidor (la Cancillería), construida en el siglo XVI, al pie de la cual se encuentra un embarcadero, adornado por una viña, un acceso indispensable para todo paseo sobre el río Cher. En su centro se encuentra un surtidor de agua, descrito por Jacques Androuet du Cerceau en su libro Les plus excellens bâtiments de France (1576). De una concepción sorprendente para la época, el chorro de agua brota de una gruesa piedra tallada en consecuencia y recae «en gavilla» hacia un receptáculo pentagonal de piedra blanca.
El jardín de Diana de Poitiers se encuentra protegido de las posibles crecidas del río Cher por medio de unas terrazas elevadas sobre el mismo, desde las cuales se puede admirar una espléndida vista sobre los jardines, sobre sus parterres floridos y sobre el propio conjunto del castillo. La decoración de los jardines se efectúa mediante un diseño de 8 triángulos de césped, con unas volutas floridas de 3.000 m delongitud.
Por otra parte, el jardín posee un embarcadero, que permite acceder a paseos por el río Cher.
Jardín de Catalina de Médicis
Por el contrario, el jardín de Catalina de Médicis, que se encuentra al lado oeste del castillo, es de una concepción más intimista, y se encuentra construido en torno de un estanque central. Está rodeado por un foso que se alimenta con las aguas del río Cher y que delimita su perímetro por el este.
Un muro de yedra marca el límite del jardín por su zona norte, quedando el conjunto del jardín formado por cinco paneles de césped agrupados alrededor del estanque central, estando el césped adornado por bandas de lavanda.
Los jardines del castillo de Chenonceau cuentan por otra parte con un laberinto, siendo el actual una reconstrucción del existente en tiempos de Catalina de Médicis.[9]
El laberinto, de forma circular, ocupa una superficie de más de 1 Ha, y está formado por unos 2.000 tejos recortados en forma de seto a 1,30 m de altura. Un carpe rodea el laberinto, recortado en forma de 70 arcos diferentes, en cuyos huecos se insertan bojs y yedras.[9] En el centro del laberinto existe una glorieta sobreelevada, que permite la vista del conjunto del laberinto., y que está confeccionada en mimbre, junto a una estatua de Venus. También se encuentran en el laberinto las cuatro cariátides que Catalina de Médicis añadió a la fachada del castillo y que madame Pelouze retiró en el curso de la reconstrucción que dirigió.
La granja del siglo XVI
Junto al castillo se encuentra una granja, residencia rural, restaurada en los últimos año del siglo XX, aunque data del siglo XVI. Su amplio patio es actualmente destinado a parque infantil de juego.
La Orangerie o Jardín verde
También cuenta con la llamada Orangerie (naranjal), diseñado por Bernard Palissy y que reúne a árboles de gran porte plantados en una zona cubierta de césped.
Todos los castillos de la época se complementaban con una capilla, producto de la devoción cristiana que manifestaban los nobles.
Esta capilla a diferencia de la anterior (la del castillo de Ambroise), se caracterizaba por tener una estructura arquitectónica mucho más elaborada. Si bien el estilo renacentista degusto más las formas románicas y griegas, recreando esos estilos. Esas recreaciones ya no eran puras y no podían escapar de las influencias de otras culturas y estilos producto de Bizancio, los godos, bárbaros y moros. Estas mezclas comenzaron a crear una exquisitez en el arte renacentista y en el incipiente gótico. La capilla de este castillo deja ver estas conjunciones
De la misma manera respondía el mobiliario que se encontraba en su interior. Las recamaras se caracterizaban por los estilos recargados y el horror a los espacios libres, típica reminiscencia del arte oriental.
En otra de las salas conocimos a los dueños de casa, a través del retrato de cuadros
Ellos fueron los diferentes propietarios de este lugar y los que protagonizaron esta historia. Allí vemos a Catalina de Medicis, otros integrantes de esta dinastía (descendientes de Thomas Bohier), también se encuentran retratados Luis XIV y Francisco I.
Lo más llamativo fue recorrer la cocina del castillo. Se encuentra en ella todos los elementos que integran una cocina y en perfecto estado. Con muy buen tino todos los instrumentos se han ubicado tal como eran utilizados en la época de los reyes y nobles.
Todo este universo fantástico se encuentra a solo dos horas de Paris. El tiempo se detiene y es inevitable viajar hacia al pasado.
Los pasillos centrales de este castillo, cuya construcción se apoya sobre el río, han servido de hospital de campaña durante la primera guerra mundial, tal como se explico. En sus paredes hay placas recordatorias, incluso personales de aquellos soldados a los que le han salvado la vida en dicho lugar y en agradecimiento han venido a dejar placas recordatorias. Los deterioros sufridos por los bombardeos de la segunda guerra mundial, también tienen placas recordatorias en donde se informa sobre los daños sufridos y lo que se ha reconstruido y lo que no como los vitrales.
La escalera central es el rasgo principal del castillo y su insignia. El visitante se lo encuentra sobre la entrada. Es incorporado dentro del edificio, más bien que elevarse helicoidalmente, en parte encajado en la pared y visible de fuera, del modo francés que es familiar en el Castillo de Blois.
Otro rasgo destacado son los trabajos arquitectónicos de techos y hogares como el que se refleja en la foto que se acompaña.
En resumen, el castillo fue decorado a través de los siglos y cada mujer dejó su huella, Catherine Briçonnet la constructora, Diane de Poitiers la más bella, Catherine de Médicis la fastuosa, Louise de Lorraine la inconsolable, Mme Dupin la mujer amiga de los escritores y la Sra. Pelouze la amante de lo antiguo.
Disfrutamos de una buena merienda en el lugar y seguimos cabalgando en nuestra carroza compuesta de potentes caballos mecánicos, que recorriendo millas que en poco tiempo no llevó hasta el castillo de Cheverny.