lunes, 2 de febrero de 2009

EL PAÍS DEL NUNCA JAMÁS Y DONDE LOS SUEÑOS SE VUELVEN REALIDAD.







Ir a Disney fue un largo sueño acariciado y con ansias esperado. El viaje era para mi hija, pues era su deseo para un cumpleaños especial. Reconozco, yo tenía más ansiedad que ella.
Llegar al aeropuerto de Orlando era algo muy deseado, luego de provenir del aeropuerto de Houston y de haber perdido el vuelo previo por los controles de aduana e inmigración.
A pesar del cansancio del viaje y del cambio horario, las ganas de salir a recorrer fueron más fuertes.
Comenzaron las recorridas a los parques. Cada uno de ellos tienen una magia especial y ofrecen todas las alternativas para que adultos y niños se confundan en un solo plano; el de la fantasía. La magia de los cuentos se vuelve realidad, es imposible resistirse. En el 2007 habíamos estado en Eurodisney, pero tengo que ser honesta, Disney Orlando lo supera. Eurodisney sigue teniendo el encanto de las arquitecturas parisinas y genera magia a lo parisino, pero Disney Orlando implica transportarse a la magia pura.
No faltará quien saque su ánimo ácido y acuse que todo esta pensando para generar consumo y gasto de dinero, pero si esto es posible de la manera en que ellos lo logran, bien invertido está.
Todo es impactante, pero la recreación de los cuentos tiene una belleza y encanto único. Viajar en el carro de Peter Pan, tocar a campanita en 4 D o probarse el zapatito de cristal de la cenicienta, es impagable. Todos tenemos un niño interior y la empresa Disney se ha encargado de hacer que florezca, tenga la edad que sea quién acude a sus parques.
Festejar un cumpleaños allí es mágico. Nada esta fuera de su lugar, ni falta. Hasta el más mínimo detalle esta pensado, planificado.
Es inevitable ver a las cumpleañeras peinadas, maquilladas y con el traje de princesa elegido, al que se le suma en el festejo, los personajes de Disney, el resto temático y las alternativas tecnológicas que ponen a servicio de las homenajeadas las conexiones por video directo con amigos o familiares, y no emocionarse es imposible. Sentir el abrazo de Winni Pooh o de Tiger, hacen recordar a las noches acompañadas por un adulto (nuestros padres o hermanos mayores) que nos contaban esas historias y nosotros con los peluches representativos en nuestro regazo, escuchábamos atentamente, casi sin respirar por no pedernos nada..
La sonrisa y la amabilidad es lo que abunda.
Que decir de los desfiles de las carrozas con los personajes. Imposible no exclamar afirmativamente por las fiesta que recibían nuestros ojos.
El espectáculo de música, luces y fuegos artificiales con que se cierra el parque principal todos los días no tiene palabras, solo emoción.
Del parque del futuro solo podemos decir que cada juego genera asombro y reflexión. Me sorprendió poder dejar nuestros nombres en una insignia metálica para las sociedades del futuro en muros de mármol como un anuncio de posteridad.
Muy particular fue un paseo en el que se recorre un vivero gigante en donde se cultiva y se cría todas las especies del mundo en vegetales y peces.
En resumidas cuentas la magia es la que reina, la inocencia la acompaña y por un momento se olvida la maldad que como adultos vamos generando al ir perdiendo al niño interior. Mil veces más ¡¡¡ Viva la magia de Disney, en donde los sueños se hacen realidad!!

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