domingo, 8 de marzo de 2009

RELATOS DE CASTILLOS Y CUENTOS DE ALCOBA II . El Castillo de Cheverny



El Castillo de Cheverny (fr. Château de Cheverny), hoy uno de los castillos más famosos de los condados del Loira pertenece a los descendientes de la familia Hurault, conocida en Blois desde el siglo XIII. Esta familia de financieros y oficiales, se ilustró al servicio de cinco reyes de Francia desde Jacques General de Finanzas de Luis XII, hasta Philippe Canciller de Enrique III y después de Enrique IV y su hijo Henry y la condesa Marquerite se mandan a construir hacia 1620, un nuevo castillo inspirado en la obra de los mejores artistas de la época. El arquitecto Boyer de Blois y el pintor decorador de Cheverny, Jean Monier, trabajaron para la Reina de Médicis en el Castillo de Blois y en el Palacio de Luxemburgo en París. A la vanguardia de su época, con Cheverny se inventa la arquitectura a la francesa en la mitad del siglo XVII.
El comedor fue parte acondicionado en el siglo XIX para las grandes cenas y recepciones de gala. Está inspirado en los decorados del siglo XVII, con sus techos muros tapizados de cuero de Córdoba con el escudo de armas de los Hurault: una cruz azul y soles rojos; la chimenea monumental de piedra, dorada con oro fino coronada con un busto del Rey Enrique IV.

En los muros, colocados en el revestimiento de madera, hay paneles originales, pintados por Jean Monier, que ilustran la novela española Don Quijote de Cervantes muy de moda en el siglo XVII. El pintor Jean Monier, muy joven, llamó la atención de la Reina María de Médicis. Estudia ocho años en Italia antes de trabajar en París para la soberana, y en 1640 inicia la decoración de Cheverny.
El inmobiliario de roble esculpido fue especialmente encargado en el siglo XIX para el comedor. Se puede mover las sillas gracias a las ruedecillas de hueso de las patas delanteras. El imponente aparador de roble macizo, con el escudo de armas de la familia, es la obra maestra de un solo artesano de Blois. La mesa con sus prolongaciones puede acoger a treinta comensales.
La escalera de subida recta con rellano a la mitad llamada rampa sobre rampa recuerda la influencia del Renacimiento italiano en el valle del Loira. El elegante decorado está esculpido en toba blanca, la piedra de Bourré del Cher, cerca de Montrichard. Sus motivos están de moda bajo Luis XIII de Francia: las balaustradas, guirnaldas, emblemas guerreros adornados, con el sol de los Hurault, y artes: geografía, arquitectura, música, poesía, pintura y escultura. En el rellano, de la inmensa cornamenta, antepasado prehistórico del alce, fue sin duda colocada allí en el siglo XIX por Paul, Marqués de Vibraye, científico y gran coleccionista
Su reacondicionamiento y su decoración son Obra de Vizconde y de la Vizcondesa de Sigalas, padres del actual Márquez de Vibraye. Habitados hasta 1985, están abiertos a las visitas desde la fecha. El precioso mobiliario es uno de los testimonios del arte de vivir a la francesa.
La cámara Amarilla llamada la cámara de los nacimientos permitirá a las jóvenes madres recibir y presentar sus a sus recién nacidos a la familia. Le siguen una pequeña salita roja, y un cuarto de Señorita, la cámara Azul, el comedor Familiar, y el pequeño Salón.
Es la más grande del Castillo, ha conservado sus dimensiones y decoración original pintado en el siglo XVII por Jean Moiner, el techo a la francesa, tiene vigas y viguetas aparentes. En los muros y lemas adivinanzas y juegos de palabras en latín, muy de moda en aquella época. Sobre la chimenea de madera esculpida y de corada, los dioses Mercurio y Venus enmarcan la historia de amores de Adonis. Entre las Obras se ilustran en esta sala un episodio de la célebre tradición griega que relata Homero en la Ilíada y la Odisea, el rapto a Helena, esposa del Rey de la Esparta, Menelao, por el príncipe de Troya, hecho que desencadenó la Guerra de Troya.
La sala de Armas es lo más llamativo de este castillo. En esta sala se presenta una colección de armas de los siglos XV y XVI (pesadas espadas para dos manos, armaduras y alabardas) y del siglo XVII (espadas, ballestas, arcabuces, y pistolas)
Un bosque de cien hectáreas rodea el castillo con un jardín reconstituido a la francesa. La alameda principal, frente al castillo es un largo camino de seis kilómetros, habiendo cerca de 2.000 árboles que rodean la propiedad.
El día iba concluyendo y el cielo se teñía de nuevos colores. Los sonidos, los olores también se iban modificando, pero no el bullicio de los visitantes, pero aún nos faltaba algo más fantástico para recorrer, el castillo de Chambord. Nuevamente nuestro carruaje de acero estuvo presto para llevarnos al lugar en poco tiempo

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