No hace tanto consolaba a mi hija, que anonadada y llorando me comentaba que se había terminado su infancia, pues había fallecido Romina Yan, quién la había acompañado en parte de su infancia con Chiquititas.
Hoy la infancia tiene otra perdida, pero los ángeles reciben a otra niña. María acompañó mi infancia y la de tantos otros niños y niñas de generaciones anteriores. Esa hermosa infancia , rodeada de amigos, Piluso, barriletes, bicicletas y tantas cosas más. Pero allí estuvo siempre ella.
Creo que fue otro grande en un cuerpo pequeño. Tuve la suerte de conocerla y dialogar en una de sus presentaciones y me eclipsó su inteligencia, sensibilidad, y agudeza para ver la realidad.
Manuelita que nunca podía llegar a París, la reina batata, que podría ser invitada a tomar el té en el mundo al revés en donde corre el ave y vuela el pez, nos reflejaba la realidad en sus diferentes dimensiones, vista desde la magia de la razón infantil. A sus 16 años tuvo el coraje de ir a New York y tener largas charlas con Juan Ramón Jimenéz, quién supo agudizar mi imaginación con Platero y yo.
En fin, a pesar de vivir en el mundo de la fantasía, siempre fue comprometida con la realidad y quizás más allá de sus innumerables obras literarias (más de 40), sigue resonando en nuestros corazones “ La cigarra”. En esta canción, con las palabras justas se sintetizó una realidad, histórica de nuestro país, pero también abrió la esperanza de un mundo mejor.
A diferencia de mi hija, aunque la tristeza abunda en mi corazón, no digo se acabo mi infancia, sino nació mi compromiso profundo de hacer conocer a nuevas generaciones sus canciones y obras.
Gracias María (aunque este no era tu nombre, pero para tus fans siempre lo será) por ser parte de nuestra infancia feliz, por siempre reinaras en el reino del revés.
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