jueves, 21 de abril de 2011

Y así sucedio...

Un cuento no tan cuento
Transcurría la mañana y María se impacientaba. Miraba a su alrededor y encontraba a otras personas sentadas, algunas cerca de ella, otras lejos de ella. A su frente estaba la ventanilla. Detrás de ella, previa separación de una mánpara estaba el empleado del banco, más específicamente el cajero. María estaba allí, pues necesitaba monedas para viajar y sabía que solo en ese banco lo iba a conseguir, pues ya le habían dicho que no en otros lugares.
En otro lugar a María la esperaban. La esperaba una vida que se apagaba y los médicos que la aguardaban para hablar con ella. Era su padre que había sido internado en grave estado, pero que poco ya se podía hacer por  él. Cuando su padre llego al hospital los médicos le preguntaron porque había tardado tanto en traerlo y ella contesto, "Dr. nadie quiere venir a donde vivo, y los muchachos de la esquina cobran peaje para dejar pasar a la ambulancia, así que tuvimos que venir en colectivo".
Mientras pensaba en todo esto María, seguía aguardando, el cajero miraba por la ventanilla, sin apuro por atender ,saboreando el tiempo que pasaba para trabajar más pausadamente. Luego que recorrió con su vista la sala con la totalidad de las personas sentadas decidió llamar al número siguiente. Pero el número siguiente era María, sin embargo no fue María la llamada. María con ojos tristes de quién le viene peleando a la vida todos los días con más sinsabores que sabores, en tono bajo replico porque no la habían llamado. El cajero sin inmutarse le dijo que esperara su turno, que no era cliente del banco, que la prioridad la tenían los clientes. María seguía aguardando y viendo como se le  iba el tiempo que ya era más de una hora. Finalmente María obtuvo sus monedas, las justas; " solo para el viaje de ida, pues no hay monedas!!sentenció el cajero.
María tomo las pocas monedas, salio rauda, pensando como haría para volver, pero eso era preocupación para después, el ahora implicaba llegar rápido al hospital para darle de comer a su padre;era la hora del mediodía y el no podía comer por si mismo . Luego de esperar un tiempo largo al colectivo, llegó al hospital. Fue tarde, su padre no había podido esperar, que María consiguiera las monedas para viajar y llegar a verlo.
Relatos cotidianos Nina

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