domingo, 24 de junio de 2012

¿HAY QUE REPLANTEAR LOS MECANISMOS DE A DEMOCRACIA?

Cuando un gobierno dura mucho tiempo se descompone poco a poco y sin notarlo. (Montesquieu) La igualdad de la riqueza debe consistir en que ningún ciudadano sea tan opulento que pueda comprar a otro, ninguno tan pobre que se vea necesitado de venderse. (Rousseau) Renunciar a nuestra libertad es renunciar a nuestra calidad de hombres, y con esto a todos los deberes de la humanidad. (Rousseau) El gobierno tuvo su origen en el propósito de encontrar una forma de asociación que defienda y proteja la persona y la propiedad de cada cual con la fuerza común de todos. (Rousseau) En estos tiempos modernos en que todo cambia a tiempo vertiginoso y es desechable, pareciera ser que también hay que replantarse los pilares de la libertad. Indudablemente los cimientos griegos heredados, hoy están en la silla del juicio político, pues quienes los han abrazado, entre ellos, la sociedad sudamericana y argentina, objeta mecanismo propios de la democracia y de la vieja enseñanza de Montesquieu. Pareciera ser que el contrato social debiera escribirse de nuevo y el pobre Rousseau sentiría pena sobre sus pensamientos que han acompañado a la humanidad democrática desde el siglo XIX y que han llevado al derramamiento de sangre en muchos países en pos de su defensa. Ahora bien ¿el pueblo se equivoca? Está claro que todos aquellos sistemas políticos en el mundo en donde la libertad de los individuos se suprimiera a la larga a la corta, con más penurias y derramamiento doloroso de sangre humana o no, se han extinguido por la voluntad unida del pueblo. Izquierdas y derechas con sistemas dictatoriales, supresión o disminución de las libertades individuales, la historia se ha encargo de demostrar su final. Toda ideología radical, sea de izquierda o de derecha, cuyo objetivo sea centrar el poder, inevitablemente a la largo o la corta, termina en fracaso. Mucho se ha escrito sobre esta pregunta, por personas absolutamente más capacitadas que yo. Pero mi misión solo va a ser acotar una perspectiva desde el sentido común. El cambio de mileno en Sudamérica, ha traído cambios políticos profundos. Las democracias, jóvenes aún desde las últimas caídas de los gobiernos militares, surcan caminos erráticos, sin encontrar un sendero definido. Pareciera ser que algunos países transitan esas sendas más coherentemente y sin tantos conflictos y pueden proyectar a distancia, cimentar sus modelos y posicionarse en algún importante competitivo en el mundo globalizado y otros aún no encontraron ese camino o no lo han podido solidificar. Esto, lógicamente trae consigo un mapa de crecimiento y desarrollo desigual en Sudamérica y conlleva algunos fracasos en los pactos que se intentan llevar a cabo en la región. Sin embargo desde lo ideológico, pareciera ser que las ideas socializantes, de izquierda han tendido un manto en común en la región. Es significativo como américa comienza a vivir fenómenos que en otras partes del mundo ya han ocurrido y siempre tardía. Tampoco parece importar conocer las consecuencias por las que han atravesado esos países que ya los hubieran aplicado. Parece ser que no se recuerda la Perestroika o el cambio político de la China Comunista, pero más allá de ello, si esas ideologías son aplicadas con políticas sustentables que permiten el crecimiento y el desarrollo de las naciones, bienvenidas sean. Al fin y a cabo no es un problema de derechas o de izquierdas, sino de lograr el bienestar de las sociedades, su desarrollo y su sustentabilidad económica. El problema es cuando eso no ocurre y se produce lo contrario y como resultado se llega a la violencia. Las sociedades sudamericanas están cansadas de seguir esperando “el milagro” llamado “progreso, bienestar y mejora económica, social, educativa y en salud”, pues todos los prometen, sea de derecha o de izquierda, y quienes los representan pueden hacer mejor o peor las cosas, pero los resultado no se extienden en el tiempo y las consecuencia en más o menos tiempo, negativas. Entonces ya no hay paciencia. ¿Cómo hacer entonces si un gobierno no puede satisfacer todos los sectores? ¿Cómo hacer si un gobierno, elegido democráticamente empareja la pobreza, es decir baja la escala de pobreza, repartiendo lo existente pero no generando nueva riqueza? ¿Hay esperar a que termine su período democrático y para entonces los resultados son catastróficos? ¿Para que están los mecanismos constitucionales que pueden impedir esto? ¿La ideología puede estar por encima del bien común? ¿Pueden los estados tener facultades de inmiscuirse en políticas y decisiones de los propios países? Vaya si las preguntas son muchas después de lo ocurrido recientemente, con el juicio de Lugo. Lo cierto es que los países y las sociedades opinaron, pero todos se olvidaron que la decisión tomada, por primera vez en la historia sudamericana, por más que le pese a muchos, fue por los medios constitucionales habilitados para ellos y en cumplimiento de las formalidades pertinentes. Diputados y legisladores paraguayos tenían la legitimidad suficiente, la que le otorga la constitución de su país para hacerlo, representaban al pueblo que los votó y los senadores a sus provincias, los votos fueron los legítimos y avalan el resultado. Existe el poder judicial paraguayo que también avaló el juicio político, por lo tanto ¿Dónde existe el golpe? ¿No será que se quiere hacer lectura de otra cosa? Un principio internacional, nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario. Si así lo consideró el pueblo paraguayo a través de sus representantes sentados en las bancas y lo consideró culpable, caso contrario se tendrá que demostrar lo contrario, habrá que respetar la decisión, pues quién gobierna, el vicepresidente, también está legitimado para hacerlo y terminar el periodo constitucional y llamar a nuevas elecciones. Paraguay dio que hablar y mucho que pensar, inundo las redes sociales y la declaración de los países del cono sur, pero nadie puede dudar que sentara un hito histórico y que revalorice a las instituciones. Paradigmáticamente, las justicia Argentina, otorgaba la libertad al concesionario de TVA y a su presidente, y 51 muertos y más de 700 heridos, no pueden tener paz ni aún justicia a más de cuatro meses de haber ocurrido con una promesa presidencial que en quince días estarían las pericias, aspecto procesal clave para el avance de cualquier juicio. Nina

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